Frecuentemente tengo la sensación que los compañeros de profesión se sienten lejos de la especialidad en terapia de mano. Quizás el hecho de que sea la mano, esa parte tan pequeña, tan compleja y que ven tan poco en la consulta hace que cojan distancia.
Para todos ellos os dedico esta Entrada.
Cuando te especializas en un campo, inicialmente tienes la sensación de que has encontrado tu lugar en el mundo y te encierras a aprender lo que esa especialidad requiere; cuanto más tiempo va pasando te das cuenta que esa especialidad te está creando necesidades nuevas, ya que tienes pacientes que son como una piedra en el zapato, que no consigues tirar adelante sin darte cuenta que aún están ahí, que no les has dado el alta.
En algún momento tienes tendencia a pensar que estos pacientes están de la olla y que necesitan a otro profesional, pero de repente te viene un alumno de la universidad y te empieza a preguntar por qué esto y por qué lo otro… y pone en evidencia de nuevo los agujeros negros que tienes dentro de tu vida profesional y tu caja de herramientas.
La necesidad de responder correctamente a tu alumno implica el buscar las respuestas y, cuando estás en ello, descubres que hay otros que están buscando lo mismo que tú y otros que son espacios vacíos en la literatura.
En ese momento es cuando empieza la búsqueda de nuevas herramientas para llenar vacíos, para responder preguntas y la emoción de buscar lo desconocido te excita y te impulsa a buscar más.
De repente, vas encontrando herramientas desconocidas que encajan a la perfección con lo que te falta y eso es un regocijo.
La terapia de mano ha sido durante muchos años un campo desierto para la fisioterapia, mientras hemos estado apretando y forzando a nuestros pacientes para ganar movimiento, nos hemos ganado la etiqueta de enemigos de la mano y hemos echado a perder una gran oportunidad de trabajo. El tema ha llegado a ser tan grave que uno de los padres de la cirugía de la mano llegó a describir el terapeuta de mano ideal como un « amputado bilateral de extremidad superior », ni más ni menos, para que no tocáramos al paciente.
Por eso, nos encontramos que en la mayoría de herramientas de « fisioterapia » la mano no existe; Sahrman ha tardado 10 años más en hablar de mano; los de Kinetic control no tienen manos; las técnicas de terapia manual clásicas tratan la mano en global cuando son tan específicos en columna, lo más divertido: nos hablan del “nuevo paradigma funcional” cuando en mano no hay otra cosa: o eres funcional o estás muerto…. y así estamos.
Los que quieren las cosas fáciles se pueden conformar con esto, pero la realidad del terapeuta de mano es que trabajan con una herramienta no especializada, capaz de realizar un sin fin de acciones distintas y hacerlo bien. El terapeuta de mano tiene que ser audaz, competente en muchas técnicas distintas y ser creativo para aplicarlo en una zona « nueva » donde nadie ha entrado antes. Tiene que ser preciso porque la mano es pequeña, tiene que ser afinado porque a la mano le gusta la armonía, tiene que ser paciente porque la biología juega en nuestro equipo, tiene que ser biopsicosocial porque la mano es de « María que toca el piano, madre de familia y trabaja en un despacho ». Para ella las manos son las mismas.
En fin, que trabajar la mano es un reto, es una puerta abierta a innovar, a descubrir, a crecer y una excusa para seguir aprendiendo y preparando el cerebro para ser rápido y adaptarse a todo tipo de circunstancias. Al final, aprendes con la práctica pero aprendes calidad y actualmente la gente nos pide esto: calidad de tratamiento y de atención personal.
Bajo mi experiencia, la mano está siendo un buen camino para ser mejor fisioterapeuta de mano, de codo, de hombro de pie, de lumbar,…. Porque la mano empieza en el hallux. Bienvenidos los que queráis descubrirla!
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