Cuando acabé la universidad y empecé a trabajar, intenté montar consulta en casa, colgué cartelitos en el barrio y me senté a esperar. A los 2 días me llamó un hombre que me pidió un masaje en la espalda. Yo, con mi orgullo tocado, le dije que yo era fisioterapeuta, que valoraría el caso y que yo decidiría lo que había que hacer. Le di la hora y esperé… el paciente nunca vino!!
A los años fui a formarme a Francia (feliz el día que estaba en el tren) y ahí tuve la suerte de conocer a Michel Dufour, uno de los fisioterapeutas más excelentes que he conocido que, además de enseñarme que la fisioterapia es un arte, aprendí de él los secretos de la anatomía funcional (él es profesor de anatomía de la Facultad de Medicina de París), y después de traducir uno de sus libros y entrar en su universo docente a través de su escritura, descubrí cuán importante es la pedagogía de la anatomía y quise aprender más con él.
Buscando sus cursos, de un profesor tan excelente esperaba que fueran sobre técnicas con nombre propio o copy right (lo podría haber hecho) pero, para mi sorpresa, vi que su curso era: “masaje y movilizaciones tisulares”. Se me quedó cara bobo al ver eso.
Conociendo al autor aposté por ir: como curso de masaje esperaba ver el detalle técnico de las maniobras de amasamiento y petrisage…. Mi sorpresa más que grata (por no llamarlo revelación) fue cuando delante mío Michel empezó a explicar cómo acceder a los diferentes planos musculares según la zona que se tratara, separar vientres, buscar su recorrido, trabajar con los tendones, ayudarte de las contracciones para mejorar su movimiento en el espacio, y así un sin fin de maniobras para hacer disección con los dedos de todo el aparato locomotor y visceral.
A los años me fui a la India y estuve en un pueblecito llamado Pushkar donde pasé una semana. Allí conocí a un masajista ayurveda a quien le pedí una sesión para relajarme. Al tumbarme en la camilla para iniciar el tratamiento, en seguida me di cuenta que el masajista al poner las manos encima de mi cuerpo las dejaba fluir hasta encontrar todos y cada uno de mis puntos endurecidos, los encontraba y los trataba. Nunca en mi vida noté sobre mis músculos unas manos tan inteligentes. No sé si sabía de anatomía pero fue una de las sesiones de terapia manual más resolutivas que he tenido en mi vida (repetí cada día de mi estancia en Pushkar!!!!)
Desde ese viaje, cada día de mi vida profesional la he dedicado a moldear el cuerpo de mis pacientes con mis manos, buscando los nudos, las zonas endurecidas, las zonas hinchadas o doloridas, palpando los volúmenes y texturas (no se aceptan malas interpretaciones)…. Y todo ello me ha generado unos conocimientos anatómicos cada vez mejores.
Un día estando en la universidad, al ver a mis alumnos trabajar, vi manos rígidas e incómodas sobre la piel, faltas de fluidez. Al acercarme les pregunté que les pasaba y contestaron:”es que no encuentro el Extensor Radial Corto de la Muñeca”, ese día lo vi claro: estaban buscando algo a partir de la imagen que tenían en su cabeza! No partían de sus sensaciones sino de su mente! NO SABÍAN MASAJEAR
Este verano leí un post (no recuerdo en qué blog) que hablaba de la necesidad de aprovechar el subidón de la moda del kinesiotape para dar volada a la profesión de la fisioterapia ( y no le faltaba razón). Desde entonces no dejo de ver denuncias de que confunden al fisioterapeuta con un masajista o que el masaje no es fisioterapia…
La realidad es que a una persona de edad le preguntas qué es un fisio e igual no lo sabe pero un masajista sí. Es una labor que hace miles de años que existe y aún no ha desaparecido, por algo será. El mal uso que se ha hecho de este nombre para hablar de anuncios de “citas ” en los clasificados y el intento de algunos profesionales no cualificados de usarlo con fines terapéuticos cuando no son profesionales de la salud, probablemente han influido negativamente en nuestra actitud profesional hacia el masaje y esto es un gran error.
Copiado del wikipedia:
Uno de los primeros registros de la palabra masaje y de la descripción de su uso, se ha encontrado recientemente en unos textos provenientes de la Antigua Mesopotamia. Escritos en Sumerio y Acadio titulados “Mushu´u” (masajes, en castellano). Según estos estudios publicados en marzo de 2007 por Barbara Böck, filóloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), los antiguos Sumerios practicaban masajes hace ya 4000 años. Y data el inicio (documentado) del tratamiento por masaje en esa época. Por otra parte, en los escritos médicos de la India antigua, y los libros del Ayurveda se conoce como “Champooinig”, traducido por los ingleses como “shampoing”, que ha derivado en la palabra champú usada inicialmente para designar el lavado de cabeza. En Grecia Hipócrates de Cos (460-380 a.n.e.) utilizaba el termino anatripsís, que equivale a frote; y lo denominaron masso, que significa amasar, o dar masaje. Más adelante se tradujo al latín como frictio, cuyo significado es fricción o frote y, así ha llegado la denominación masaje hasta nuestros días, conservado en las características lingüísticas propias de cada región.
Si los fisios que leéis esto no sois capaces de reconocer vuestro gesto y asumir que:” sí, también somos masajistas”, que sepáis que estáis abandonando una de nuestras principales herramientas: teniendo en cuenta que hoy en día no hay nada nuevo, que hay demasiadas técnicas con nombre propio que al fin y al cabo son terapia manual, ¿por qué no aceptamos que es otra manera de decir masaje, que al final es lo que es? ¿Y si nos quitan esto, que nos queda? Ya os lo digo yo: NADA
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