El dedo en resorte es un conflicto entre tendón y poleas, su manifestación clínica es que el paciente, una vez cerrada la mano, es incapaz de abrir alguno de sus dedos por sí solo, porque el tendón se queda encargado con la polea. Hasta aquí no hay nada de nuevo pero una vez entendemos la mecánica normal igual comprenderemos mejor por qué se estropea.
Los protagonistas son el tendón, la polea y la vaina sinovial. El tendón es el elemento que transmite la fuerza des del músculo hasta la inserción. Para conseguir esto, el tendón tiene que desplazarse respecto al tejido que tiene alrededor, a esto le llamamos deslizamiento tendinoso.
Las poleas son elementos anatómicos que garantizan que el tendón tenga un recorrido regular, de esta manera podríamos considerarlas como elementos estabilizadores del tendón. A medida que tendón se desplaza respecto a esta polea hay una fricción entre los dos elementos; para minimizar esta ficción, existe la vaina sinovial que va a garantizar que el grado de ficción sea el mínimo posible, facilitando así el deslizamiento del tendón.
Para entender bien esta patología, el punto clave es saber que el tendón se nutre en parte a través de la sinovial. De hecho, la parte del tendón que está directamente en contacto con la polea, debido a la presión que ese tendón ejerce sobre ella, es una zona completamente avascular. Sólo la parte más posterior está irrigada. Esto es fácil de entender, ya que es imposible que con la presión que el tendón ejerce existan arterias que lo puedan nutrir correctamente en este lugar.
Esta patología la vamos a encontrar en el adulto, debido a mecanismos funcionales y también en el niño de vida mecanismos congénitos nosotros entraremos en el adulto, A este tipo de problema le llamamos patología funcional ya que su aparición depende directamente de la función que haya ejercido el paciente. Las acciones repetitivas o de alta intensidad o con apoyo directo sobre las poleas puede generar un conflicto entre estos dos elementos por irritación de los tejidos. Algunas veces pueden aparecer también conflicto entre el tendón profundo y superficial donde el tendón profundo se engatilla en el quiasma del flexor superficial.
Teniendo en cuenta que tanto el tendón como la polea son zonas hoy estructuras poco va vascularizadas es difícil pensar en que puedan ser capaces de inflamarse, por contra la sinovial que está extremadamente irrigada le es mucho más fácil inflamarse. Esta inflamación lo que va a provocar es una alteración de los elementos nutritivos del tendón y así también de la polea. El resultado de este proceso es que el tendón malnutrido va a aumentar el volumen y hasta se pueden crear nódulos y de la misma manera la polea va aumentar engrosó por fibrosis de la estructura. Una vez sucedido esto está claro que el volumen del tendón normal está aumentado y la luz de el espacio de la polea está disminuido con lo cual con más facilidad van entrar en conflicto y irritar de sobremanera a las sinovial que hay entre ambos.
El tratamiento principal para ese tipo de problema consiste en evitar el mecanismo lesional ya que si este si este mecanismo sigue en activo no hay posibilidad de parar el avance de la patología. Por tanto es importante detectar cuál ha sido el mecanismo desencadenante.
Lo siguiente es detectar en qué parte del recorrido del tendón este resalte va a estar presente, lo siguiente que hay que hacer es evitar el conflicto entre el tendón y la polea que pueda aumentar la sintomatología y perenizar los síntomas. Esto se puede hacer a través de una férula (de las que existen muchos modelos) que limite el movimiento activo del dedo. Hay otras que simplemente protejen la zona donde está el tendón y la polea irritada, el objetivo es evitar contacto sobre ella.
A veces con esto basta para reducir la sintomatología, pero si éste no fuera el caso necesitaríamos otros elementos para poder tratar este problema. En nuestra experiencia se pueden realizar tratamientos sobre las zonas que fibrosadas para intentar reducir su volumen y facilitar el movimiento de las estructuras entre ellas. También se pueden realizar ejercicios que trabajen para mejorar la elasticidad de las estructuras y aumentar el espacio que hay en la polea para facilitar el movimiento del tendón. Estos procedimientos no tienen porque ser especialmente cortos en el tiempo a veces se pueden alargar algunos meses. Esta es la razón por la cual muchos pacientes deciden opciones médicas en vez de tratamiento conservador. Las infiltraciones es una opción que no da mal resultado pero no siempre funciona, También hay que tener en cuenta la posible recidiva alrededor de los seis meses. El tratamiento quirúrgico es un tanto definitivo pero que no está exento de posibles complicaciones sobre todo a nivel cicatricial eso si siempre deben ser hechas por expertos.
Hemos tenido algunos pacientes que sufrían esta patología que a pesar de ello han continuado trabajando y que sufrieron impacto traumático en la zona de dolor y ese irritación acabó generando una mejora clara de los síntomas, esto de explicaría por el fenómeno de la reagudización, pero éstos no son los que mas abundan, y en cualquier caso no es un tratamiento que podamos aconsejar.
A pesar de que los conocimientos actuales nos dan una mejor comprensión del problema, no podemos afirmar que el tratamiento conservador sea de una eficacia real para tratarlo, si bien puede mejorar su sintomatología y algunas veces hacer que las molestias desaparezcan y que mejore la función del paciente.
Esperamos en un futuro poder aportar nuevos conocimientos que permitan mejorar nuestro tratamiento.
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