Un dia me sucedió lo siguiente: estaba en la consulta esperando una primera visita por un dolor en la mano y a 5 minutos de la hora suena el timbre «ning nong», voy a abrir la puerta y entra una chica joven.
Terapeuta: Hola buenos días, entre.
Paciente: Hola buenos días, tenía hora con el terapeuta de mano.
T: Sí, soy yo pase y cuénteme lo que le sucede.
Tomamos datos personales, información laboral doméstica, familiar, social deportiva,… la única información trascendente era que trabajaba de auxiliar en una clínica dental, el resto sin trascendencia para la mano.
P: Gracias, mire vengo porque desde hace unos meses tengo dolor en esta mano y cada vez me va a más, me la siento agarrotada y pierdo la fuerza.
T: ¿Recuerda haber hecho algo especial con la mano meses antes?
P: No, nada especial, hace tiempo que hago lo mismo: estudio y trabajo.
T: Bueno, pues túmbese aquí y déjeme ver.
«En la exploración presenta una mano con una postura un tanto peculiar, el índice y mayor están en una posición más extendida de lo normal y la paciente hace movimientos repetitivos para intentar desagarrotar la mano pero no lo consigue»
T: Relaje la mano, por favor.
P: Ya lo intento pero no lo consigo.
«Encontramos un pulgar muy cargado, aductor, primer interóseo dorsal e interóseos de 2a comisura también,… tratamos con descarga muscular»
P: Igual un poco más relajado, pero aún me duele…
«Mobilizamos todas las articulaciones, hacemos punción seca»….
A la siguiente sesión esperamos que la paciente nos cuente lo bien que le ha ido pero no es así.
T: ¿Como estás?
P: Mejoré un poco pero se me cargó otra vez.
Segunda sesión, tercera sesión igual, cuarta sesión:
T: A ver, empecemos de nuevo, explícame tu día a día:
P: Me levanto a las 6, desayuno, me ducho… y me voy a trabajar.
T: ¿Cómo vas? (imagino coche con marchas y sin dirección asistida…)
P: En metro.
T: ¿Y cuánto tardas? ( imagino libro de novelas de 1kg de peso)
P: 45 minutos (ya lo tengo seguro que es eso)
T: ¿Y qué haces en el trayecto, lees? (ahora dirá que sí)
P: No, escribo mails (bajón del fisio)
T: ¿En el metro?
P: Sí, así aprovecho el trayecto.
T: Ya lo tengo, ¿tienes una Blackberry?
P: Sí, ¿cómo lo sabes?
T: Me lo imaginaba…
P: ¿Por qué?
T: Por nada, a partir de ahora mejor que los mails los escribas en un ordenador.
«Una semana y alta»
FIN DE LA HISTORIA
Típico ejemplo de movimientos repetitivos que pueden «eliminarse» de su rutina.
Lo malo es lo que hacemos con la gente que (por su trabajo en industria, generalmente) está obligada a seguir con ellos, algunos en posiciones muy peculiares, que los técnicos de prevención no identifican jamás como factores de riesgo aunque para nosotros sean, de forma muy evidente, la causa de los síntomas.
Personalmente veo el De Quervain como mi némesis. No los acabo de resolver bien pero imagino que lo de que el paciente no cambie su puesto de trabajo (ni se lo cambien) no ayuda precisamente.
De hecho, se me ocurre que, cuando veas alguno, nos hables de la patología por desviación cubital de la muñeca sujetando el peso de un tablet /iPad para leer (porque hay gente que los sujeta entre el pulgar y la cara ext de la 2a falange del índice: presa subtérmino-terminal). De estos fijo que hay alguno… 😉
El problema está en que cuando trabajas en una mutua de accidentes laborales quisieras decirle al paciente que deje ese trabajo, ya que si estando bien acaba lesionado, empezar lesionado acaba resultando un viaje sin retorno. En otros países se tiene en cuenta la reintroducción progresiva a los puestos de trabajo o la reubicación temporal. Aquí esto no está aún al día.
Por otro lado, también deberíamos ver cuánta gente se cuida el cuerpo suficiente como para no lesionarse en determinados puestos laborales…
Respecto a lo que me cuentas de la tablet aún no he visto ningun,o pero se me ocurre una idea que puede ayudarte:
Próximamente en mi blog «el pulgar: el dedo que miente»