Os preguntaréis por qué alguien que estudió ciencias mixtas se interesa en un concepto relacionado con las letras puras. La razón es muy sencilla: todo lo que decimos lleva implícita una carga de significado que no depende únicamente de nuestro discurso, si no quieres llevar la carga del significado que durante la historia se le ha ido dando a ese concepto.
Una de las principales herramientas del fisioterapeuta es la comunicación con el paciente. Como todos sabemos, el paciente requiere entender lo que sucede y en muchos casos está a la caza de un diagnóstico que le permita poner nombre a su sufrimiento. Nuestras palabras serán su apoyo.
En referencia a esto viviremos diferentes escenarios.
Escenario 1.- Todos conocemos algún caso donde sucede lo siguiente: «ahora ya sé lo que me pasa, es que tengo …….(seguido por una palabra técnica)». El hecho de que el paciente use la palabra «tengo» significa automáticamente que eso es de su propiedad, que es intrínseco a él mismo Y por tanto no modificable. Una sugerencia diferente sería decir «me ha sucedido» o «me he hecho»o «ahora estoy así». De esta manera conseguiremos que el paciente entienda que él puede ser el responsable de lo que ha sucedido y que, por tanto, no depende de alguien de fuera. También podría entender que esto que está sucediendo es algo temporal y no permanente y, sobre todo, que tiene una capacidad de modificar lo que está sucediendo.
Escenario 2.- lo que tengo es una Capsulitis o lumbalgia… Éstos términos llevan implícitos una zona topográfica y algo que les está sucediendo. ITIS sería una inflamación, ALGIA seria dolor. En ninguno de los dos casos vamos a tener una información real diagnóstica si no que lo que está haciendo es darle nombre técnico a una situación existente, pero en ningún caso da un valor añadido a lo que se está diciendo. Es obvio que si el paciente tiene dolor y es en la zona lumbar le podemos llamar lumbalgia pero esto no nos va dar ninguna información a nivel terapéutico o de estructura lesionada ni de mecanismo lesional. En este caso el paciente debería de saber que por ejemplo se ha hecho una lesión del ligamento y por eso la cápsula está inflamada, O bien que como tiene una protrusión discal al hacer determinado gesto me ha desencadenado un episodio de dolor.
Escenario 3.- me han dicho que tengo un «sudeck» o una «distrofia». El uso de este tipo de terminología nos puede dar directamente a un error en el momento de realizar el procedimiento. Sudeck era un radiólogo y detectado una falta de fijación de calcio en los huesos en determinados tipo de paciente. Si le llamo Sudeck el tratamiento va tener que ser dar calcitonina para mejorar esta situación. Si le llamo distrofia voy a entender que hay una alteración del sistema trófico con lo cual el tratamiento que voy a requerir está especialmente dirigido al sistema nervioso vegetativo, pero sabemos que esto no va tener ninguna influencia ni en la rigidez que ya se ha establecido ni en el dolor, sobretodo si realizamos movilizaciones forzadas. POR ESTA RAZÓN SI A ESTOS PROBLEMAS ACTUALMENTE SE LE LLAMA SÍNDROME DE DOLOR REGIONAL COMPLEJO SIGNIFICA QUE LE HAN CAMBIADO EL NOMBRE POR ALGÚN MOTIVO. Por tanto si un paciente con una mano que tiene un aspecto horrendo no está sufriendo dolor, no tiene porque considerarse que tiene un síndrome de dolor regional complejo ni cómo se llamaba anteriormente una distrofia o otros nombres.
Escenario 4.- El penúltimo escenario es un gran clásico. Llámese «tendinitis». Desde hace tiempo que se sabe que los tendones no tienen especialmente capacidad para inflamarse. Si no en su mayoría lo que sufren es una degeneración tisular. Al menos le podemos llamar una inflamación crónica cuando sabemos que la inflamación de normal tiene que hablar entre 3 y 5 días. La cronicidad como su nombre indica tiene relación directa con Cronos el dios del tiempo y se refiere a una situación perenne de este proceso. Esto es claramente una contradicción. Esta terminología pues nos lleva directamente a un error lingüístico y por tanto automáticamente también a un error de procedimiento, si le llamamos tendinitis seguiremos dando elementos antiinflamatorios para su tratamiento. Ojalá fuese una tendinitis de hecho en los tratamientos actuales se intenta generar la ITIS para conseguir reparar.
Escenario 5.- para acabar vamos hablar de un gran clásico la artrosis. Artrosis significa degeneración articular, cuando explicamos a un paciente que tiene artrosis significa que su articulación se está estropeando, pero según el énfasis que le demos uno como le expliquemos al paciente el paciente va entender que está sufriendo una enfermedad. La artrosis es una normalidad no es una enfermedad. Si no se lo explicamos correctamente el paciente va a intentar buscar métodos para regenerar su cartílago a base de cartílago de tiburón, o otros elementos. En ningún momento va entender que esa degeneración articular se lo ha hecho él con su manera de moverse y su manera de actuar. En ningún momento podemos pretender en el tratamiento de la artrosis conseguir que esto remita, por contra podemos conseguir neutralizar las sensaciones dolorosas y que desarticulación funcione sin tener más sobrecarga y por tanto sin generar dolor.
Esta claro que podríamos hablar de muchos otros escenarios, pero lo que queda más claro aún, es que según nuestra manera de comunicar con el paciente es clave. Una comunicación incorrecta va a conseguir pueden efectos totalmente contrarios a los deseados generando que el paciente busque tratamientos que realmente no existen.
Cuidar nuestras palabras y explicar exactamente el contenido de nuestro discurso puede hacer que el paciente asuma mejor su estado físico y por tanto sea más capaz de gestionarlo. Porque al fin y al cabo el paciente satisfecho es el paciente que entiende lo que le pasa y sabe cómo gestionarlo y esta es nuestra tarea.
Hola Vicenç, gran entrada e interesantísima reflexión. La verdad es que me siento muy identificado con alguno de los ejemplos que has puesto, sobretodo con el de la artrosis, las -ITIS y -ALGIAS. Me gustaría añadir uno más: y es cuando los pacientes operados de prótesis de cadera o rodilla (por poner un par de ejemplos) se refieren a la pierna operada como «la pierna MALA». Todos hemos oído hablar de la famosa regla mnemotécnica a la hora de reentrenar la funcionalidad en las escaleras «los BUENOS suben al cielo, y los MALOS bajan al infierno», o a la hora de trabajar la marcha, cuando te preguntan «¿que pierna adelanto primero, la MALA?». Personalmente siempre intento en estos casos hablar de «pierna operada» o «no operada», ya que pienso que hablando de piernas buenas y malas se le da al paciente un nocebo verbal constante que en nada ayuda en el proceso de rehabilitación, y refuerza la creéncia, de que aquella pierna sigue estando «mal». Éste es sólo un ejemplo más, hay decenas, lo importante cómo bien dices es que sepamos mantener una adecuada comunicación con nuestros pacientes para que sean capaces de hacer una correcta gestión de su estado físico.
Un saludo!
Efectivamente Ruben, parece que a los fisios de tanto hablar de terapia manual hayamos pasado de la escucha, al tocar saltando los pasos intermedios. Hay cosas que no hay que perder de vista: los pacientes se desnudan delante nuestro y se quedan indefensos, necesitan seguridad. Si les damos inputs negativos no van a arrancar nunca. El fisio debe transmitir tranquilidad, empatia, comprensión. Debemos perseverar en hacer de la fisioterapia una profesión dónde el paciente pase de ser el objeto a ser el sujeto de la acción. él debe hacer y nosotros somos su acompañante. Usar el lenguaje correcto nos va a dar muchas herramientas para acceder a un paciente angustiado por lo que le sucede y las explicaciones le generaran sosiego y voluntad para trabajar. Normalizar la recuperación como parte inevitable de la lesión. está en nuestras manos incluir la pedagogia dentro de nuestra caja de herramientas y es muy potente.